La película celebra el legado de una de las grandes estrellas del cine mudo, Buster Keaton, a cargo de otro genio del cine norteamericano, el director, guionista y actor Peter Bogdanovich. En el documental se cuenta con el testimonio de cineastas más contemporáneos como Quentin Tarantino, Mel Brooks o Werner Herzog para reinvindicar la inventiva con la que Keaton revolucionó el mundo del cine, manisfestando su admiración y el entusiasmo que les producen sus películas.

Sus elaborados gags visuales, basados en lo puramente físico y corporal, parecen sencillos y casuales pero están repletos de peligrosas acrobacias que no pertuban ese inmutable rostro que le característiza. No en vano, la exigente vanguardia de los surrealistas adoraba a Keaton por ser "un especialista contra toda infección sentimental", como dijo Buñuel. Otro ejemplo de esta admiración es el poemario de Rafael Alberti  "Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos" (1929) en homenaje a los cómicos del cine como Keaton. 

El también crítico e historiador Peter Bogdanovich ofrece con esta película una gran puerta de entrada al mundo creativo de Keaton, además de un baúl con sorprendentes recuerdos para los que ya le admiran. Con multitud de escenas restauradas de sus películas, entrelazadas al ritmo de una música que las acompaña, el documental consigue transmitir la esencia del cine mudo a la vez que produce unas irrestibles ganas de (re)descubrir un autor cuya influencia perdura hasta nuestros días.

Fuentes: Información facilitada por su distribuidora en España, así como la disponible en la base de datos del Ministerio de Cultura y Deporte.