Día de fiesta

En el pequeño pueblo francés de Saint Sévère van a comenzar sus fiestas. Todos los vecinos decoran las calles con guirnaldas y banderas. La terraza del Café, que hay en la plaza del centro, también se prepara para el gran baile popular. Incluso llega un grupo de feriantes con sus carromatos, caballitos de madera, tómbolas... y una barraca de cine ambulante. François, el singular cartero del pueblo, siempre hace su reparto en bicicleta; junto a los niños, él es uno de los habitantes que está más deseoso de ayudar a los feriantes (un poco por vanidad, otro poco por ingenuidad y también por su buena predisposición y curiosidad). Sin embargo, pese a todos sus esfuerzos, lo único que consigue es provocar una serie de desternillantes gags que le impiden lograr sus objetivos, tal y como él esperaba.

Otro maravilloso ejemplo de la tierna comicidad que provoca el cartero ciclista, es cuando vuelve al trabajo tras haber visto un noticiero en la barraca del cine donde mostraban los nuevos sistemas de reparto de cartas en EE.UU. François decide empezar a repartir el correo "a la americana": a toda velocidad y sin hacer parada alguna durante el reparto, revolucionando la tranquila vida de todos sus vecinos, pero deleitando al espectador con acrobacias y escenas absolutamente hilarantes. 

Porque François es uno de los personajes cómicos más entrañables jamás creados desde la época muda del cine. De hecho, esta película marcaría un antes y un después en la Historia de la comedia cinematográfica, convirtiendo al director y actor Jacques Tati en todo un referente dentro del género e influyendo en cómicos de todos los países durante los últimos setenta años, hasta la actualidad.