Guía pedagógica: 7 mesas (de billar francés)

Una puesta en escena invisible
En su crítica de 7 mesas (de billar francés), el historiador y crítico Mirito Torreiro hablaba de las constantes de puesta en escena en el cine de Gracia Querejeta: “un cuidado exquisito en la creación de personajes, una capacidad para sacar de los actores registros interpretativos de primer orden y también una cierta frialdad de entomólogo”. Esta frialdad, o quizá distancia en la mirada, es uno de los aspectos clave del cine de Gracia Querejeta, y también uno de los que primero llaman la atención.

Sus películas exploran sentimientos soterrados y conflictos familiares enquistados, pero lo hacen mediante una cámara pudorosa, que da igual espacio a protagonistas y secundarios. Su mirada no siente la necesidad de grandes alardes ni explosiones de emoción, sino que va sumando pequeños destellos expresivos para construir una narración que, bajo el envoltorio de lo cotidiano, esconde importantes dosis de poesía. En general, el cine de Querejeta se parece más a un río que fluye, a veces manso, a veces bravo, que a una montaña rusa llena de picos y valles.