Un cubo, una caja, es un objeto perfecto. Seis caras cuadradas de idéntica superficie que dan como resultado una pieza totalmente estable y fácilmente apilable. El mundo de Box se basa en esa estabilidad: es un sistema ideal en el que cada persona tiene una tarea que realizar y lo hace manteniéndose siempre dentro de su propio cubo. Un operario enorme coloca las cajas unas encima de otras, trabajando en el interior de un enorme almacén que, a su vez, parece ser otra caja más. Una estructura dentro de otra, dentro de otra, y así quizá hasta el infinito. Hasta que, un día, un defecto en la cadena hace que todo el sistema se tambalee.

Con su segundo cortometraje, Box (2024), la joven animadora Aline Schoch plantea una fantasía distópica y alegórica que obliga al público a preguntarse qué pieza del sistema es cada uno y qué posibilidades hay de cambiar algo sin el apoyo de los demás.